martes, 25 de julio de 2017

El Diablo del West Point






Satanás en el West Point

Por Vanessa Gutiérrez/Ordenador

En pocas ocasiones un amplio grupo de personas puede ser testigo de un fenómeno paranormal tan macabro como ocurrió a finales de los años 90 en la discoteca West Point de Tampico.

La vida nocturna de la ciudad siempre ha sido muy intensa en el puerto, y no de ahora, sino de hace décadas y quedan para el colectivo imaginario discotecas que dieron gran fama a Tampico como El Rincón Gaucho, La Gruta Azul, el penthouse del Hotel Inglaterra y muchos otros como el Cassidy y el centro de espectáculos Aloa.


Por eso es común escuchar leyendas de apariciones de seres o entes de ultratumba que no siempre le gusta a la gente divulgar por el espanto que realmente les causó.


Pedro, Daniel y Olga eran asiduos a la discoteca de moda, quizá por su innovador estilo musical, pues en el puerto sólo había 'discos' donde presentaban música en inglés o electrónica: el West Point. 


Ubicada por la entrada a Tancol esta discoteca se hizo rápidamente del gusto de los jóvenes. Tal vez fue el lugar donde amigos se conocieron y si la relación se fortaleció hasta matrimonios hubo seguramente.


Olga notó algo raro en un hombre alto, bien parecido, que sacaba a bailar a algunas chicas, el montón de gente que había impedía verlo de manera más clara, además que las luces siempre encandilaban o no iluminaban del todo. 

Varias chicas bailaban con este individuo cada vez que se aparecía. Digamos que su incursión en la disco ya era conocida. El alcohol que corría como río desenfrenado haría el resto. Pedro y Daniel realmente no estaban preocupados por el sujeto. Aunque ya en una ocasión lo habían visto de frente. Sintieron escalofríos. Una sensación muy rara que luego platicaron. No estaban preparados para la manifestación demoniaca que enseguida verían con sus ojos. Ahí sobre el toro mecánico estaba este ser siniestro que parecía disfrutar los giros que el operador de la máquina hacia a cada momento para tumbarlo. Quienes lo vieron hoy lo callan. Montado estaba el mismo diablo. Se hizo la confusión. Hubo espanto. Los más ebrios le festejaban al malévolo su gracia, otros emprendieron la huida. Olga asegura que alcanzó a verle una pata de cabra. Fue suficiente. Durante semanas tuvo fiebre hasta que el temor se fue diluyendo. Muchos tampiqueños han olvidado este capítulo negro y siniestro, sin embargo otros, entre ellos Olga, han quedado marcados durante toda su vida por haber sido testigos de la aparición grotesca del maldito Satanás.
http://www.ordenador.com.mx/noticias/satanasenelwesrpoint-hisotoriasdeultratumba-tampico
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